domingo, 22 de septiembre de 2013

EVALUAR PARA CONOCER, EXAMINAR PARA EXCLUIR

EVALUAR PARA CONOCER, EXAMINAR PARA EXCLUIR
Por
Juan Manuel ÁLVAREZ MÉNDEZ
SOBRE EL AUTOR:
Juan Manuel ÁLVAREZ MÉNDEZ es profesor titular de Didáctica en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid, en la que trabaja desde 1974.
En su labor docente y en sus publicaciones se centra en temas relacionados con la Didáctica aplicada a la enseñanza de la Lengua y con la Didáctica General y el Currículum, dedicando especial atención a la formación de profesores y al estudio de las reformas educativas y de la evaluación.
Algunos de sus libros publicados son: Lingüística fundamental: introducción a los autores (1985); Didáctica de la Lengua desde el punto de vista lingüístico (1987); Teoría lingüística y enseñanza de la Lengua; textos de orientación interdisciplinar (1987); Didáctica, curriculum y evaluación (2000. 2° ed.), Entender la didáctica, entender el currículum (en prensa). Asimismo, es autor de numerosos artículos en revistas de educación. Son muy frecuentes sus participaciones en cursos de formación docente y de posgrado sobre temas de Didáctica aplicada, Currículum y Evaluación.




FRASES DEL AUTOR:
·         Sin duda que cada uno también actúa en nombre de una evaluación de calidad y defenderá que la suya es una buena evaluación.

·         El profesor aprende para conocer y para mejorar la práctica docente en su complejidad, y para colaborar en el aprendizaje del alumno conociendo las dificultades que tiene que superar, el modo de resolverlas y las estrategias que pone en funcionamiento.

·         La evaluación debe ser un ejercicio transparente en todo su recorrido, en el que

·         La tarea de la educación que surge de esta visión dinámica del conocimiento es ayudar a quien aprende a desarrollar reflexivamente un conjunto de modos de pensamiento o modos de aprendizaje de contenidos que son considerados valiosos en la sociedad.

·          La enseñanza no consiste tanto en la transmisión de información sino en incentivar la curiosidad por la exploración de contenidos valiosos de conocimiento





TRES RELACIONES QUE ENCONTREMOS CON LOS AUTORES:
El Diagnóstico en Educación, pues, nace con vocación de apoyar el desarrollo de todo proceso educativo para que los aprendices consigan los objetivos formativos, con una finalidad de desarrollo personal y de mejora hacia el perfeccionamiento de su objeto de estudio (producto o proceso) contextualizándose en un proceso perfectivo y de desarrollo propio de la Educación
La evaluación que aspira a ser formativa tiene que estar continuamente al servicio de la práctica para mejorarla y al servicio de quienes participan en la misma y se benefician de ella. La evaluación que no forma y de la que no aprenden quienes participan en ella debe descartarse en los niveles básicos de educación. Ella misma debe ser recurso de formación y oportunidad de aprendizaje.
El procedimiento metodológico ha de ser evidentemente complejo dada la complejidad, multivariedad de información, disciplinas, expertos, etc. que intervienen en el proceso diagnóstico.
La evaluación forma parte de un continuum y, como tal, debe ser procesual, continua, integrada en el curriculum y, con él, en el aprendizaje. No son tareas discretas, discontinuas, aisladas, insignificantes en su aislamiento. Tampoco es un apéndice de la enseñanza.
IDEA COMPLEMENTARIA DE LOS DOS AUTORES
En las dos lecturas analizadas los autores proponen toda evaluación y diagnostico  tiene como trasfondo un enfoque conceptual bajo el cual se vislumbran las situaciones problemáticas. Es necesario entonces que toda vez que se actúe educativamente mediante una evaluación, se fije la visión con la que se trabajará para así poder definir el abordaje metodológico, cómo serán analizados y discutidos los resultados y, sobre todo, cómo serán estructuradas las conclusiones y recomendaciones.





Reflexión:
La evaluación toma un nuevo significado a través del tiempo, donde tenía un carácter más bien autocrático,  a un elemento democrático en donde por primera vez el alumno es participe en este proceso y es capaz de decidir la forma en que este será aplicado, siendo un elemento clave para la mejora de la práctica educativa. Además de todos estos cambios se reconoce también que la evaluación debe tener un carácter formativo, ya que debe darse en forma continua, y no únicamente al final, cuando ya no se puede hacer nada.
La evaluación se ha convertido en uno de los temas con mayor protagonismo del ámbito educativo, y no porque se trate de un tema nuevo, sino porque educadores, padres, alumnos y toda la sociedad en su  conjunto, son más conscientes que nunca de la importancia y las repercusiones del hecho de evaluar o de ser evaluado.
Bibliografía

 Juan Manuel Álvarez Méndez. (2001). Evaluar para conocer, examinar para excluir. Madrid: Morata.

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